Primavera árabe evidencia descontento musulmán

09/May/2011

El País

Primavera árabe evidencia descontento musulmán

El apoyo a Bin Laden cae en varios países de la región
7-5-2011
Aunque Al Qaeda se vengue de la muerte de Bin Laden, el hecho no logrará oscurecer el hecho de que el oprobio del terrorista en Occidente está perdiendo el poder de inspirar a su propia gente.
Más que eso, el deseo de Bin Laden de alcanzar la salvación a través del asesinato finalmente ha suscitado amplio disgusto entre los musulmanes. Después que Al Qaeda masacró a musulmanes chiítas y sunitas por miles en Irak, hasta compañeros de la yihad comenzaron a condenar su doctrina bajo la cual los radicales se encargaron a sí mismos la tarea de declarar apóstatas a otros musulmanes y de asesinarlos.
De acuerdo con una encuesta del Centro de Investigaciones Pew, la confianza en Bin Laden en los territorios palestinos cayó de 72% en 2003 a 34% en la actualidad. En Jordania, descendió de 56% a 13%.
Eso igual deja un enorme reservorio para reclutas, aunque han sido difíciles de detectar en las sublevaciones que arrasan en el mundo árabe. Hasta ahora, la primavera árabe ha confinado a la yihad violenta a la marginación. Cuando los egipcios colmaron la Plaza Tahrir, en El Cario, querían derechos y no un califato. Hasta la Hermandad Musulmana parece que optaría por la sociedad civil en lugar de la teocracia.
El cambio político en el mundo árabe no será suave ni inmediato. En algunos lugares hay certeza de que seguirá el camino equivocado. En otros, puede ceder ante el Islam de línea dura. De cualquier manera, gracias la primavera árabe, el Islam tienen la mejor chance en varias generaciones de volver a participar de la política para fundar instituciones en las que puedan coexistir la vida civil y religiosa. Eso sería una devastadora refutación de la ideología de lucha musulmana universal que impulsó Bin Laden.
Debe reconocerse que los yihadistas serán derrotados, principalmente, por los propios musulmanes. Eso significa estabilizar a la medialuna de los países musulmanes, principalmente fuera del mundo árabe, donde gobiernos quebrados han permitido que el terrorismo se afiance. Son todos casos difíciles.
La paz entre Israel y los palestinos ayudaría, pero más vital es el apoyo occidental a las aspiraciones de la primavera árabe. Cuando Bin Laden golpeó el 11-S, Occidente tenía pocos medios para defenderse, salvo atacarlo o cerrar un trato faustiano con los gobernantes del mundo árabe. Su muerte llega cuando la opinión árabe por fin fluye en una nueva dirección. Es una oportunidad demasiado buena como para ser desperdiciada. The Economist